Se hace presente el movimiento de los astros como efecto de su revolución, cada uno de sus instantes vertiginosamente ya está transformando en cada partícula infranqueable todo lo inimaginable. Aguarda detrás del misterio para mostrarte en cada una de las cosas una ilusión. Para salir hay que sumergirse. En medio de este océano tormentoso, la claridad sólo se encuentra en el abismo.
Cada rayo imperceptible mueve lo inanimado. A la vista verás el efecto de una llama inconcebible que provoca tu visión. Delante de ti hay sólo capas tectónicas dimensionales que más allá de lo concebible hacen el simulacro de unidad para el festín de la vida. La concordia de los seres donde no hay privilegio; cada punto equidistante para perfección de lo ignoto.
Lo que ahora te convoca no es lo que estás viendo, ni una entidad, es un sonido que si lo has comprendido es tu secreto. Si escuchas este susurro universal, muévete sin voltear atrás, que ahí, ya no hay nada. Imposible asir este plano paralelo a la existencia sin reflejo, pero recíproco.
La identidad no es el reflejo, realizarla es el abandono de sí.
Esta es la defensa de la vida, su pureza. Lo que emerge desde aquí es indeterminado, amorfo, inconjeturable. Si lo combates, lo expandes. El principio de la paz se avizora en la identidad de lo visible y lo invisible.
Lauro Kräger